lunes, 30 de abril de 2012

Gotemburgo desde el agua

I'm not superstitious, I have no doubt
that there's a reason, how things turn out;
while things are changing from day to day
I'll keep this feeling with me all the way
(Superstitious-Europe).

Cuando me desperté ya estaba solo en la habitación. Los tres brasileños se habían ido y el alemán estaba ordenando sus cosas para partir. El grupo que me había acompañado a disfrutar de esta ciudad se había desarmado y había que salir a caminar las calles solo, una vez más. Tomé mi pase a los museos que había adquirido ayer y me apersoné al más cercano al hostel. Estaba cerrado. Sí, los museos abren todos los días menos los lunes. Bueno, me quedan otros tres más para probar suerte... No, repito: los museos cierran los lunes.
Descartada la posibilidad de visitar los distintos museos de la ciudad me dirigí al centro. La opción más atractiva era un paseo en barco por los canales de la ciudad. La opción era atractiva, su precio no tanto. Pero bueno, ya estamos en el baile así que sólo queda bailar. Faltando media hora para que zarpara la pequeña embarcación, me senté en un banco en el puerto esperando la llegada de la misma. ¿Qué hacer en media hora para pasar el tiempo? Sin ningún tipo de expectativa prendí mi MP3 y me propuse disfrutar de la radio sueca. Sí, ¿por qué no escuchar también qué escuchan los suecos? En el 103.1, donde suelo escuchar Vorterix, hay música clásica. Sigo pasando el dial sin encontrar nada interesante cuando escucho los acordes de Sultans of swing, el clásico de Dire Straits. ¡Luego suena Europe! con Superstitious. Europe puede no vivir en las remeras de los jóvenes ni en la memoria de los viejos, pero mientras suene en una radio de Gotemburgo, vivirá por siempre.
Mi regalo entonces, para todos ustedes: FM 107.8 de Götheborg. Rockklassiker, la radio sueca de clásicos del rock. Hit tras hit tras hit del más puro rock (y también del metal). Ayer abrí la crónica con una canción de Europe y hoy me encuentro que aun aquí el rock n roll no morirá jamás. Porque el rock es ¿ahh el viaje en barco? Sí, perdón.
Superada la emoción por haber encontrado una radio rockera, me subí al paseo en barco para recorrer los canales de la ciudad y aprender, guía mediante, datos de la historia gothemburgués, tales como la construcción de una muralla para defenderse de Dinamarca y Noruega. Veo que no se llevan muy bien en la zona. El viaje en bote sería rutinario si no fuera porque en algunos tramos es necesario sentarse en el piso del bote dada la baja altura del puente, así que casi cuerpo a tierra es necesario proteger la cabeza.
Tras cincuenta minutos de viaje, la excursión llega a su fin. Es la última realizada en esta ciudad. Si me quedó algo pendiente será la próxima vez. ¿Hay próxima vez, no?
¡Qué sea rock nene!

domingo, 29 de abril de 2012

Tierra de vikingos

You want to
rock now rock the night
'till early in the morning light
rock now rock the night
oh oh

(Rock the night-Europe).

Tenía diecisiete años cuando escuché por primera vez ese tema de Europe. Guitarras distorsionadas, una letra pegadiza y Joey Tempest regalando agudos hicieron que le rompiera las bolas a mis amigos durante un mes cantando esa canción. Investigando descubrí que pertenecía a un grupo sueco llamado Europe, que tuvo cierta repercusión en los ochenta sobre todo con su éxito "The final countdown".
Diez años más tarde (en realidad, por cuestión de meses digamos nueve) me encuentro caminando en las calles de Gotheburgo, en la patria de Europe. Lo primero que me encuentro es que, definitivamente, nadie recuerda a Europe. Sólo yo seguiré cantando sus canciones.
Gotheburgo es la segunda ciudad más importante de Suecia. Y sin embargo, para alguien que viene de Buenos Aires, es una ciudad chiquita, que a pie se puede recorrer tranquilamente. Claro que uno termina absolutamente liquidado después de caminar más de cien cuadras, pero ese es otro detalle de la historia. El recorrido comenzó por la fortaleza de Skansen Cronan, construida en la cima de una alta colina durante el Siglo XVII. Luego de disfrutar de la vista panorámica de la ciudad y de que Roy jugara con los cañones del recinto, nos dirijimos al estadio de Ullevi, en donde Maiden toca cada vez que viene a Suecia. Esta vez es imposible pasar, todas las puertas están debidamente cerradas. La seguridad ganó esta batalla. Mañana puede haber revancha.
Ya en el centro de Gotheburgo, la cita imperdible era el Museo Nacional, en donde hay objetos originales pertenecientes a los vikingos. En la plaza del ayuntamiento en Copenhague había una estatua de dos persoans haciendo sonar un extraño instrumento, que servía para avisar que los vikingos se aproximaban y que había que escapar. En Gotheburgo nadie avisa que vienen los vikingos puesto que los vikingos reinan a su antojo en estas tierras. En la entrada me avisan que el ticket adquirido tiene validez por todo un año. Gracias, el mes que viene paso de nuevo a ver si hay alguna novedad. ¿Si vengo el día de mi cumple hay algún regalo? 
Además de encontrarnos con los restos de una embarcación vikinga, también hay varias estatuas de dioses de la mitología nórdica como Thor (reconocible por su martillo) y Odín (quien sacrificó uno de sus ojos para poder obtener todos sus poderes). Sí, inevitable recordar toda esa larga saga de los Caballeros del Zodiaco cuando luchaban en estas tierras contra malvados caballeros nórdicos.
Antes de regresar al hostel hay tiempo también para recorrer el puerto de la ciudad y meter la mano en las frías aguas del Göta älv. Se ve que a los suecos les regalaron la diéresis y se la pusieron a todas las palabras que tenían a mano.
Rock now, rock the night, till early in the morning light. ¡Qué buen tema! ¿Cómo es que no perduró?

sábado, 28 de abril de 2012

Desde la otra orilla

Tal vez parece que me pierdo en el camino,
pero me guía la intuición.
Nada me importa más que hacer el recorrido,
más que saber adonde voy
(Magia-Gustavo Cerati).

Tras cuatro noches danesas fue el momento de decirle adiós a esa tierra e instalarnos del otro lado del Báltico:
Gotheburgo era la ciudad marcada en la hoja de ruta. A las 10:32 el tren parte de la estación central de 
Copenhague con rumbo a la ciudad sueca. Un viaje de casi cuatro horas, rectilíneo, sin complicaciones, 
sencillo. No, estando Roy y yo metidos en la historia, algo tiene que salir de manera distinta. ¡Aun en Suecia!
Por algún extraño motivo que no alcancé a entender puesto que mi comprensión del sueco es muy limitada,
bueno está bien, es inexistente, el tren detuvo su marcha en un pequeño pueblo llamado Ängelholm. Allí 
debíamos descender y tomar un micro que no llevaría a Alholm, para poder tomar otro tren y arribar
a destino. Ängelholm-Alholm-Gotheburgo. No es un trabalenguas, es una combinación de transporte 
público. La situación no sería complicada si no fuera que al bajar del tren y preguntarle a una empleada de la
estación cuál es el micro que debo tomar me dice, con cara de pena: "Acabás de perder el micro. Lo siento".
¡Estamos en medio de la puta nada! La nada misma, una estación de un diminuto pueblo en medio de la nada.
La señorita, sin embargo, nos informa que el siguiente micro llegará en una hora. Hay que esperar, no queda
otra. Le pido a Roy que saque las cartas para hacer un truco. No trajimos cartas. 
Nueva regla, de ahora en más quien permanezca al menos una hora en una estación de tren o micros en un
determinado pueblo puede decir que también conoce a ese pueblo. Pintoresco Ängelholm, pequeño, la gente
es muy amable y el transporte no siempre suele ser muy confiable. Es la descripción que puedo brindar
sobre este pueblito sueco. Nada mal por haber estado solo una hora.
Transcurrido el tiempo de espera, el micro llega y recorre sin problemas los treinta kilómetros que nos separaban
de la nueva estación de tren. En micro en una ruta en Suecia. Por algún morboso motivo se me viene a la
cabeza el final de la vida de Cliff Burton, bajista de Metallica, cuando el micro de la banda volcó en una ruta
sueca y tuvo la desgracia que se le cayera encima. Bueno, por suerte no hay que lamentar ningún hecho
trágico. Estamos en la estación, sanos y salvos. Hora y media más tarde, tren de por medio, llegamos a 
Gotheburgo. La nueva sorpresa es que el hostel está a veinte cuadras de la estación. Habrá que caminar,
mucho, y soportar el peso de las valijas. La gente se sonríe al verme con tanto peso encima. "Se debe
mudar a la ciudad", pensarán y me dan la bienvenida al barrio. No señora, vengo por tres noches. Tres
noches en Gotheburgo.
Cambiando de tema, si estás atrapado con las aventuras de Gabito y Roy en su viaje por Escandinavia,
en septiembre se viene "Gabito y Roy van a ver a Megadeth". Estás avisado.

viernes, 27 de abril de 2012

Mi Copenhague querido, cuando yo te vuelva a ver

Oh when I look back now
That summer seemed to last forever
And if I had the choice
Yeah, I'd always want to be there
Those were the best days of my life
(Summer of '69-Bryan Adams).

Homero salta, corretea de aquí para allá, sonríe, está feliz. Está en la tierra del chocolate. Se despierta y está frente a sus jefes alemanes. Gabriel sonríe, siempre sonríe, salta de aquí para allá, camina, recorre, saca fotos. Está en su paraíso. Se despierta. Está en Copenhague. Sí, se despierta también en el paraíso. Último día.
Ya que el centro del Edén quedó más que visitado, es hora de recorrer los suburbios celestiales.
Primero el norte. Esa zona, conocida como østerbro (me encanta poner ø), es un barrio residencial alejado del centro comercial de la ciudad. Es una zona de casas bajas, parques y en la que se emplaza el estadio de la ciudad: el østerbro stadium. Hacia allí nos dirijimos y llegamos tras caminar más de veinticinco cuadras y que, en el medio, un danés me hable en su lengua para pedirme un cigarrillo. Lo siento campeón, no soy de acá. Pero gracias por pensar que podría serlo. La cancha es pequeña y, aprovechando otra puerta abierta, aprovecho para acceder una vez más en su interior.
Cuando llega el mediodía es hora de ir a almorzar. Siendo el último día quiero hacer algo tradicionalmente danés. Ya tengo el dato: smørebøod: se trata de una pequeña ración de una determinada comida, servida sobre una rodaja de pan y con salsas y vegetales. La moza me dice que si quiero hacer algo tradicional puedo también tomar un shot de aquavit después de la comida. Tras comer bien pruebo la sugerencia de la moza. ¿Quién está haciéndo un asado en mi pecho? Por suerte tengo una botella de agua en la mochila para apagar el incendio.
Con el estómago lleno me dirijo al barrio de Nørrebro, que es un barrio de trabajadores y cuenta con la mayor cantidad de inmigrantes. Es otra postal del paraíso. Sin grandes estatuas ni palacios, mas con negocios y viviendas. Es un barrio humilde. Con humildad a la danesa, claro está.
Cuando llegué a Copenhague hace cuatro días sabía que Peter Schmmeichel era un arquerazo, que los hermanos Laudrup jugaban bárbaro y que era un país caro. Ahora sé que la ciudad es hermosa, que tiene una historia y una mitología increíbles, que la gente es amable, que rige el hygga (ese es el concepto que no recordaba el otro día y que representa el espíritu de los daneses) y que es una ciudad cara. Sí, es cara. Pero vale muchísimo la pena.

jueves, 26 de abril de 2012

Cruzando el charco

Long as I remember the rain been comin’ down.
Clouds of myst’ry pourin’ confusion on the ground.
Good men through the ages, tryin’ to find the sun;
And i wonder, still i wonder, who’ll stop the rain.

(Who'll stop the rain-Creedence Clearwater Revival).

La ciudad de Malmö pertenece pertenece a Suecia desde 1658 y fue objeto de repetidos conflictos bélicos con Dinamarca, país al cual pertenecía originalmente. El principal enemigo de Dinamarca es Suecia. El principal enemigo de Suecia es Dinamarca. Los colores de Dinamarca son el rojo y el blanco, los de Suecia el azul y el amarillo. Todo estaba predestinado...
Al gallo Roy hay que agregarle un nuevo acompañante, al menos en el más allá: la lluvia. Llegamos a Copenhague con lluvia, permanecemos allí con lluvia y viajamos a Malmö con lluvia. No, no hay otro clima para elegir. Para llegar allí es necesario cruzar el mar Báltico, algo que en tren se logra en tan solo media hora. Salidos de la estación asomamos nuestras cabezas a una ciudad desconocida que debemos explorar. ¿Por dónde empezar? Por comprar moneda sueca. Por un momento a dejar de lado las molestas Coronas Danesas. Ahora le damos la bienvenida a las molestas Coronas Suecas. ¿Querés adivinar qué moneda usan en Noruega?
Mapa en mano nos dirigimos al centro de la ciudad y allí descubrimos algo asombroso: Malmö esconde de alguna u otra forma el origen de Roy. Un extraño gallo, similar a mi fiel compañero, es el emblema de la ciudad y decora, subido al mundo, la plaza cental de la ciudad. Roy me pide que lo deje, quiere quedarse en Malmö. Puede ser el final de nuestro recorrido juntos. Le pregunto si trajo suficiente dinero para permanecer en Suecia. Me responde que tiene treinta australes que ahorró en el '89. Vuelve a la mochila. 
Superado ese conflicto, el recorrido continuó por el castillo de Malmö y sus extensos parques y a la tarde hubo tiempo de conocer el Estadio del FC Malmö. Así como hace diez años atrás un grupo de intrépidos y aventurosos jóvenes se colaban en el estadio del Verona que se encontraba en reparaciones, esta vez un grupo más reducido (de una persona) se coló en la cancha del Malmö y hasta se sacó una foto en el verde césped. Saliendo del estadio, y ya pensando en emprender el regreso tras más de cinco horas de caminata en la ciudad, debo atravesar una avenida sin semáforo. Me detengo ante el avance a algunos metros de un auto que viene a velocidad considerable. Cuando está a cinco metros de pasar mi posición el auto se detiene. "Pobre hombre, debe haber roto la caja o se quedó sin nafta", pensé yo. Estaba equivocado, se detuvo a propósito para dejarme cruzar. ¿Pero por qué? Si usted viene en auto y yo soy un simple peatón. ¿Prioridad? ¿En serio? ¿Así viven los 365 días del año? Se acabó, me pongo de inmediato en contacto con mi familia en Buenos Aires. Les pregunto si no tenemos por casualidad algún antepasado sueco o danés para iniciar los tramites de ciudadanía. Quedan en que me van a averiguar. A continuación llamo a una inmobiliaria en Malmö. Ya arreglé el precio por una casa. Por lo que me dicen es una ganga. Quedé en ir a verla la semana que viene.

miércoles, 25 de abril de 2012

La tierra del Nunca Jamás

Exit light
Enter night
Take my hand
We're off to never never-land
(Enter Sandman-Metallica).


Atención: la crónica que vas a leer puede alterar para siempre la forma que tenés de ver al mundo. Si no estás preparado para eso, es mejor que cierres la página y vuelvas a entrar mañana.


En Dinamarca los impuestos son altos. Excesivamente altos. Un 67% de lo ganado va a parar al fisco. ¿Para qué? ¿Cómo puede ser aceptado semejante atropello? Después de un día entero recorriendo Copenhague gracias a dos tours gratuitos por la ciudad, me quedó claro. Con los impuestos el estado costea educación de primer nivel de tal manera que la gente recibe dinero por estudiar. Sí, se les paga por seguir una carrera. "Tengo un amigo que ya hizo dos carreras, tiene cerca de cuarenta años y nunca tuvo un trabajo", cuenta entre risas el guía (que por cierto, también proviene de Irlanda y ya va por su tercer Red Bull del recorrido... se viene el bobazo).
Vinimos, junto a Roy, a los países nórdicos a encontrarnos con un mundo diferente. Pues bien. Aquí está. El guía da una palabra en danés que explica el espíritu de equipo con el que se encara la vida (¡qué boludo! ¿por qué no la anoté?). El seguro de desempleo es más alto que el salario mínimo, entre otros datos sorprendentes. Imaginemos por un instante que en la Argentina también los impuestos ascienden al 67% para que el Estado nos brinde una mejor calidad de... no no, ya estaríamos en una guerra civil. Olvídenlo, mala idea.
Lo cierto es que desde las once de la mañana hasta las diez de la noche, los protagonistas de este blog encontraron lo que habían venido a buscar. Una forma absolutamente distinta de ver el mundo. Entre las historias que quedaron grabadas en mi cabeza está la del Rey Danés que, durante la ocupación alemana en la segunda Guerra Mundial, salía a recorrer las calles a caballo con el triángulo amarillo pegado a sus ropas, para mostrarle a los ciudadanos que era igual a ellos. Ahora pensemos en la Reina Cristina recorriendo las calles a caballo para demostrarle a los argentinos que es una ciudadana más. No, no va a pasar.
Esto sólo pasa en otro planeta. ¿Realmente llegué en tren? ¿O en algún momento del recorrido nos subimos a una nave espacial? ¿Estamos en la tierra del Nunca Jamás? La estatua de la sirenita al menos nos hace creer que tan lejos de Disney no estamos. Ah, por cierto, el autor de La Sirenita, El Nuevo Traje del Rey y demás cuentos infantiles se llamaba Hans Cristian Andersen y sí, era danés.
Si Disney es la tierra de la magia para los niños, Copenhague tiene que serlo para los adultos. La estatua del búfalo aplastando una serpiente que ayer miré con cierto asombro tiene una historia de fondo: unas serpientes (bueno, en realidad parecían más dragones) invadían la ciudad y, para combatirlos, un mago se convirtió en búfalo para poder aplastarlas.
Ah, fumones argentinos, tomen nota. En Copenhague existe una comunidad llamada Christiania en la que dentro del predio está permitido el consumo de marihuana. El estado lo sabe, lo autoriza y lo ha reglamentado. Así que dejen de gastar su dinero en Amsterdam puesto que Dinamarca les abre las puertas de par en par (al menos en las varias hectáreas de Christiania). Sólo en Copenhague. Sólo en este mundo.

martes, 24 de abril de 2012

El más allá

Pibe no te engrupas,
me decía el vecino
andate pa'l norte,
acá no hay camino
(Globalización-Los Piojos)

Andate para el norte, acá no hay camino. Y me propuse obedecer esa orden. Ir para el norte. Si alguna vez prestaste atención al nombre del blog verás que se llama "Crónicas de Germania y más allá". La etapa germánica quedó cerrada cuando, tras despedirme de mis entrañables amigos irlandeses, tomé el tren con rumbo al más allá. Siempre tuve curiosidad por conocer los países nórdicos, tan alejados de Buenos Aires, en distancia, en cultura, en economía y poder descubrir qué hay en ese más allá. Me puse por tanto mis ropas de antropólogo y, con Roy en la mochila, nos fuimos para Copenhague.
Cinco horas de tren fueron necesarias para llegar a la capital danesa, cuyo nombre me recuerda al ex dictador Kadhafi, porque lo encontré escrito de mil maneras distintas. El viaje en tren contó con la particularidad que en un momento el tren entró en la bodega de un ferry con el que cruzamos un río. Primer mundo en todo su esplendor. Me puse a pensar en el trayecto en barco que en Argentina eso no sería posible: los trenes los maneja el sindicato de la UTA (Unión Tranviaria Argentina) que seguramente entrará en conflicto con el gremio que nuclea a los empleados de barcos. Inviable.
Pese a estar cansado, tomé a mi compañero y nos fuimos a recorrer las calles danesas. Al ver la bandera flamenado me dije a mí mismo: "Gabito, estamos en Copenhague". El castillo de Rosenborg, por proximidad al hostel fue el primer punto a recorrer. Al estar cerrado lo pude disfrutar sólo de afuera. Decidí seguir a mi instinto y caminar dándole rienda suelta a mi libre albedrío. Me perdí. Tras veinte minutos observando el mapa me percate de que había caminado para el lado de la estación de trenes, es decir el punto de arribo. Ya orientado, pude conocer el centro de la ciudad y percatarme que, sin duda alguna, la aristocracia más conservadora y tradicionalista de Europa fundó esta ciudad. Para muestra las varias estatuas de personajes montados a caballo con espadas combatiendo vaya uno a saber a quién. Si el power metal no nació en Copenhaguen, debió haberlo hecho.
La otra temática de las estatuas danesas son los animales de fantasía. Monstruos salidos de alguna mente afiebrada y lisérgica que por algún motivo también adornan las calles y plazoletas de la ciudad. No, no estoy en otro continente u otro país. Esto es otro mundo. Y el otro mundo se paga. En el más allá, la casa de cambio saca provecho de los mortales que venimos del otro lado y se queda con un 13% de comisión en una simple transacción de euros por coronas danesas. No sabía que la usura era legal en Dinamarca. Terminada la larga caminata por la peatonal Strøget (sí, tenía que tener esa o con la barrita) que incluyó un recorrido por el Palacio de Cristianborg regresé al hostel para cenar. Ah no, cenar es algo que quedó en el pasado. El más allá no permite cenas.

lunes, 23 de abril de 2012

Digan whiskey

Being drunk and weary I went to Molly's chamber
Takin' my Molly with me, but I never knew the danger
For about six or maybe seven in walked Captain Farrell
I jumped up, fired my pistols, and I shot him with both barrels
Musha rain dum-a-doo dum-a-da, ha, ya
Whack for my daddy-o
Whack for my daddy-o
There's whiskey in the jar-o
(Whiskey in the jar-Metallica).

Estos versos que Metallica interpretó pertenecen a una antigua y popular canción irlandesa que solía cantarse en los bares. Allí es a dónde nos dirijimos anoche con el colorido grupo de Irlanda. Tras encontrarnos a la noche en el hostel me dijeron si quería unírmeles a tomar una cervezas en el lobby. Hacia allí vamos. En primer lugar me explican que el extraño que dormía en nuestra habitación era un amigo de ellos que vivía en Leipzig y había perdido el tren, por lo que los reivindico de la idea de que se estaba filmando Hangover 3 en Hamburgo y que la escena principal se desarrollaba en nuestra habitación. Por un momento tuve la ilusión de que Mike Tyson estuviera con un tigre en nuestro baño.
Tras una cena rápida en Burger King partimos a un bar que, según me dijeron, vendía todos sus tragos a, anoten futuros viajantes, 99 centavos. Fantástico, pensamos todos aunque el destino quiso que estuviera cerrado. Opción B: un bar con karaoke. Allí estamos los seis tomando ya la cuarta o quinta cerveza de la noche mientras ebrios de la haldea despedazan grandes clásicos del rock y del pop con sus espantosas voces. Fin de la noche e inicio del día. Última jornada en la ciudad. Tras el saludo formal de cada mañana me dicen que van a hacer un tour gratuito por la ciudad que comienza en media hora y que si quiero ir con ellos. Me sumo a la manda, que tiene un integrante menos porque Rob volvió a Dublin apenas se despertó. Al llegar al punto de partida, el guía que se encargaba del tour en español se me acerca y me dice "¡Qué emoción, loco! ¡Qué alegría ver esos colores! ¿Viste el partido el sábado?". Tengo la campera de River puesta. Hamburgo es de River, no quedan dudas. Berlín también. Europa tiene la banda puesta.
Sin embargo, opto por el tour en inglés adaptándome a mis nuevos amigos. Tres horitas de caminata por Hamburgo para conocer su historia, su incendio, leyendas de un pirata que tomaba cuatro litros de cerveza y le cortaron la cabeza, un cura que quería convertir al catolicismo a los vikingos (buena suerte maestro) y datos interesantes para que cuentes en algún asado que aquí te paso a contar. ¿Sabía ustede que..?
A) Hamburgo es la ciudad con más puentes en toda Europa.
B) En una de las Iglesias de Hamburgo está el órgano más grande del mundo.
C) Esa misma Iglesia no le permitió a Bach tocar ese órgano y por eso el músico se instaló en Leipzig.
Finalizada la caminata hubo tiempo para un último recorrido y volver al hostel. La tarde es joven y aun queda tiempo para seguir tomando.


domingo, 22 de abril de 2012

Ebrios, a mí

How long...
How long must we sing this song
How long, how long...
'cause tonight...we can be as one
Tonight...tonight...
(Sunday bloody sunday-U2).

Cuando supe que mis compañeros de habitación provenían de Irlanda, más precisamente de Dublin, recordé ese capítulo de "Padre de familia" en el que Peter Griffin viaja a Escocia a conocer a su verdadero padre y entabla un diálogo con Brian, su perro, acerca de si eran más alcoholicos en Escocia o en Irlanda. Los estereotipos generalmente suelen ser peyorativos e injustificados. Bueno, no fue el caso. Mi primera noche compartiendo habitación junto a cinco irlandeses me dio las garantías suficientes para saber que se trata de un grupo de simpáticos ebrios.
Cuando abrí mis ojos encontré que en el piso de la habitación dormía otra persona más, desconocida y que no pertenecía a nuestro dormitorio. Indicio de ebrios (sólo un grupo de ebrios trae a otro ebrio a dormir en el piso de un hostel). Luego me entero que ese muchacho había conocido a los irlandeses a la noche y que, como había perdido el tren, no tenía dónde dormir. Segundo indicio de ebrio. El muchacho decidió aventurarse a dormir con un grupo de desconocidos. Tercer indicio de ebrios (todos).
Por algún extraño motivo que aun no logro entender, los ebrios se acercan a mí. Conocí ebrios en el trabajo, en la escuela, en la vida. Así como uno de los cuatro fantásticos gritaba "llamas a mí" y tenía el poder de disparar fuego, mi poder radica en decir "ebrios a mí" y que alguno que está dando vueltas por el mundo se acerca a saludarme. La verdad prefería el poder del fuego. Se ve que el departamento de castigos irónicos está funcionando a toda máquina.
Resuelto lo de la noche, el nublado día en Hamburgo nos llevó a Roy y a mí a recorrer nuevamente de punta a punta la ciudad. Esta vez, por recomendación de los ebrios (digo, de los irlandeses) nos acercamos al Parque de diversiones de miniatura, que es el más grande del mundo y queda, para sorpresa de muchos entre los que me incluyo, en Hamburgo. En tres pisos pudimos disfrutar de distintas ciudades construídas a escala con movimientos de ferrocarriles, aviones, grúas, máquinas y demás. Acá les dejo una foto en la que a una rubia se le quedó la cupé y mientras se agacha para tratar de arreglarla (cómo si pudiese) dos curas fisgonean detrás de un árbol. Digno de una película de Sofovich.
Por último, mientras elegía la canción de hoy me acordé del día en el que Bono y Barreda cenaron en el mismo restaurant. Fue el año pasado. Me preguntó qué andará haciendo ahora. Me refiero a Barreda.

sábado, 21 de abril de 2012

¿Berlín? me suena, Hamburgo también

It was an April morning
when they told us we should go
As I turned to you, you smile at me
How could we say no?
(Achilles last stand-Led Zeppelin).

Y así lo decían Jimmy Page y Robert Plant hace cuarenta años atrás (¿No conocen a Led Zeppelin? ¿Qué demonios les enseñan aquí?). Era una mañana de abril cuando nos dijeron que debíamos irnos. Me calcé mis cosas, me arrepentí de haber traído tanta ropa y tener que cargar con valijas tan pesadas, y con Roy partimos hacia la estación central de Berlín sabiendo que una nueva etapa de esta eurotravesía comenzaba. Primera estación: Hamburgo.
La palabra "retraso" en alemán se dice "Verspätung". Claro que viajando en los confortables trenes alemanes dicho vocablo debería quedar absolutamente descartado. Sin embargo no. Por algún desperfecto o inconveniente que no alcancé a comprender el tren quedó detenido por casi quince minutos a mitad de camino. ¿A qué primer mundo vine? Superado el ligero inconveniente llegamos a la portuaria ciudad de Hamburgo, en el norte alemán, pasada la una de la tarde. Instalación en el hostel, habitación compartida con cinco irlandeses, saludo de rigor y a dar una vuelta por la ciudad junto a mi fiel y plumífero ladero.
Siendo las cuatro de la tarde y no habiendo almorzado decidimos interrumpir la caminata para llenar el estómago y observar con atención el mapa. Sin saber por qué atracción decidirme recurri a lo más sencillo: preguntarle a dos alemanes oriundos de Hamburgo qué me recomendaban hacer. Veinte minutos de charla en alemán y me marcan los puntos claves del mapa. Luego me preguntan de dónde vengo y al escuchar "Argentinien" aparece el personaje imposible de esquivar, nuestro embajador. Les dejo que lo adivinen entre estas tres opciones:
A) Emilio Disi
B) El mago sin dientes
C) Messi
Si bien quedaba algo lejos, la Iglesia de Michaelis se mostraba como el sitio más atractivo. Hacia allí vamos. En el interior hay un coro de niños cantores por lo que no se puede ingresar al recinto, pero queda algo más interesante: subir a la torre. Escalón, tras escalón, tras escalón, tras sí ya entendieron. No los contabilicé, pero fueron cerca de cinco minutos subiendo escaleras para contemplar una hermosa y panorámica vista de Hamburgo: su puerto, sus otras Iglesias, museos, puentes. Tanto esfuerzo valió la pena. Luego quedó tiempo para recorrer un poco más la costanera de Hamburgo (si digo "la costanera hamburguesa" parecería que me estoy burlando) y contemplar el monumento a Otto Von Bismarck, que bastante me hizo acordar al Valle de los Caídos que tan bien describí en una de las primeras crónicas. ¿Se acuerdan, no?

viernes, 20 de abril de 2012

Sabías que este día llegaría

Todo concluye al fin,
nada puede escapar
todo tiene un final
todo termina
(Presente-Vox Dei).




Ahí estábamos. Ocho ocho compañeros de curso, mirándonos las caras en el patio del instituto, atrás había quedado la última clase y atrás habían quedado también veinticinco días berlineses. Dos árabes, un ruso, un español, un canadiense, un italiano, un coreano y un argentino. ¿Qué decirnos? ¿Qué prometernos? ¿Que no se corte? ¿Nos vemos después? Era el final. La despedida, ese dolor dulce (made in Solari). Un saludo, un hasta luego, un hasta siempre.
Uno se acostumbra a las personas y a los lugares. ¡Vaya si lo hace! Esa aula por un mes se había hecho parte de mi rutina. El segundo lugar en el que más horas pasé en Berlín. Esas personas habían sido mi mayor contacto humano en cuatro semanas. Y allí estábamos. Sin lágrimas, sin palabras, sin dramatismo, cada uno tomó una dirección distinta. Si el destino una vez nos cruzó a todos en un mismo lugar, ¿lo volverá a hacer en otro?
Unas horas antes había comenzado mi último día en esta ciudad, la mitad del viaje, tal como marcaba el calendario. A enfrentar el examen oral, la última batalla. La persona que el destino decidió que rindiera conmigo venía de Hungría. En la antesala, con mucha gentileza, sus amigas me regalan una galletita ucraniana con un indescifrable mensaje. "Nunca aceptes golosinas de extraños", hubiera dicho cualquier madre preocupada y consciente. La pruebo mientras escribo estas líneas. No me quedé ciego. Es dulce. Tiene buen sabor. Me agarran unas repentinas y extrañas ganas de construir un muro en Berlín. Да здравствует Советский Союз.
El efecto pasa, por suerte no es duradero. De vuelta a la normalidad. En fin, como venía diciendo. Allí me encontraba con la húngara, que se llamaba Viktoria (creo que conozco a alguien importante con ese nombre, es una señal). Quince minutos más tarde salimos del aula. La evaluación terminó. Toda la tensión se evapora. A disfrutar de mis últimas horas en la ciudad. Ah no, hay que armar la valija. Para los que recuerden el Tetris, armar esa valija es algo similar cuando el juego ya está en el nivel 18 y los huecos aparecen por todos lados.
El día va llegando a su fin. Quedan espacio únicamente para llevarme las últimas imágenes de la capital alemana. Mañana arranca otra historia. Auf wiedersehen!


jueves, 19 de abril de 2012

Tripa, corazón y multiple choice

Até con tripa mi corazón
sin más que eso salí a la cancha
para lo malo habrá un mejor
toda está, en mí la confianza
(Tripa y corazón-La Renga).

¡Buenos días Berlín! Guten Morgen! Eso podría haber dicho al cruzar la puerta del edificio. Eran las 7:30 de la mañana y la ciudad todavía no había arrancado, la mayoría de los negocios seguían con sus perianas bajas y poca gente caminaba por las calles, a excepción claro de los niños que iban a la escuela calzando pesadas mochilas. Mezclándome entre esos pequeñuelos, ahí estaba yo, con un signo de interrogación rondándome en la cabeza. "¿Qué me espera?", pensaba una y otra vez. Los síntomas del que atraviesa una situación así o que la ha atravesado son inequívocos: dolor de panza, sequedad en la garganta, tensión en todo el cuerpo y poco descanso producto del nerviosismo.
Si hay un jugador que me ha caído mal a lo largo de mi vida es Blas Giunta. Representa todo lo que aborresco: vendehumo, bostero, burro y mala leche. Tan limitado era este futbolista que se mostraba orgulloso porque la hinchada coreaba tres veces su apellido seguido de "huevo, huevo, huevo". Ahí estaba yo tratando de sacar pecho e identificándome al menos con ese cantito tribunero. Identificándome por un instante con mi antítesis. Huevo, huevo, huevo. Sí, cuando el barco se hunde nos aferramos hasta de un escarbadientes.
Con puntualidad suiza, perdón, alemana, comienza el examen a las 8:30. Tengo mi rosario, en la billetera el Corazón de Jesús y en la mochila Roy, a quien le froto la panza para que me dé suerte, como tantas otras veces lo ha hecho. Me faltaría saber alemán y la situación sería inmejorable. A mi lado se sienta un chino (hablé con él y le pregunté, no intuí que fuera chino simplemente por tener ojos rasgados). ¡Por Dios, claro, es chino!
El primer desafío es el Lesenverstehen (lectocomprensión, en criollo leer el texto y enteder qué carajo está diciendo). El examen es multiple choice, el paraíso de la especulación. ¿Quién no ha hecho un examen de este tipo y pensado "la anterior fue B, la que sigue no puede repetir B, tiene que ser otra"?. Es algo científico. O casi. Quién esté libre de especulación en el multiple choice que arroje la primera piedra. Para mi sorpresa y beneplácito, la prueba es un poco más sencilla de lo esperado. Seguimos en carrera.
Tras una pausa de media hora, sigue la parte de escuchar audios en alemán y responder un Verdadero o Falso. Acá los autores siempre ponen tres Verdadero o tres Falso seguidas. Es para despitar al alumno. Es un juego de perversión. Nadie sospecharía que hay tres respuestas iguales seguidas. Y sin embargo las hay. Y las logro descubrir. Segunda parte hecha. ¿Segunda y última? No, queda todavía la de escribir una carta en alemán, así que vuelvo a frotarle la panza a mi gallo como en las dos anteriores partes del examen. El tiempo corre, sólo media hora. ¿Para qué me pasé veinte días aprendiendo palabras si al final termino usando las mismas de siempre? No importa, lo fundamental es escribir algo, en lo posible con sentido y tratando de mantener la coherencias. Más o menos se pudo hacer. Problema resuelto. Listo el pollo.
No, no, pará. Mañana te queda el oral...

miércoles, 18 de abril de 2012

Shhh... estamos estudiando

Te espero en el cruce y allá decidimos Si cara o cruz, si suerte o destino Si esta todo escrito, o si escribimos de mas.
(Metrópolis nueva-Catupecu Machu)

Hace unos años, un desequilibrado Gastón Gaudio se gritaba absurdamente a sí mismo en medio de un partido: "Toda la vida jugando al tenis y no aprendí ni un poquito". Mañana es el examen escrito y la probabilidad de repetir una frase de ese estilo reemplazando al tenis por el alemán, a esta altura, es una de la variables que más me preocupan. Al menos en mi caso contaría con la fortuna de que no sería televisado a todo el mundo.
Tras más de veinte días viviendo en Berlín ya la permanencia en esta ciudad va llegando a su fin y el examen, que en un principio parecía tan lejano, asoma su diabólico rostro (me gusta exagerar) en unas horas. Cuando en Buenos Aires sean las 3:30 de la mañana y seguramente estés durmiendo aquí estaremos dos valientes combatiendo cuerpo a cuerpo con la gramática alemana y el tramposo multiple choice germánico: uno sentado en la silla con birome en mano y el otro guardado dentro de la mochila. A decir verdad, la situación está más complicada que si Muhammad Alí quisiera hacerse miembro de Ku Klux Klax, pero no hay imposibles para los dos héroes de este sitio, tan aclamados por los niños.
Con todas las cartas sobre la mesa, me queda dar mi mayor esfuerzo y esperar que las opciones a las preguntas del examen de mañana sean del siguiente grado de dificultad:
¿Cuál de las siguientes personas no tiene nada que ver con Alemania?
A) Otto von Bismarck
B) Jürgen Klinsmann
C) La Tota Santillán

martes, 17 de abril de 2012

Una felicitación a la distancia

NARRADOR: El comportamiento del gallo Roy hasta el momento había sido impecable. Se había mostrado activo y emprendedor ante cada salida y se lo veía de muy bueno humor. Sin embargo, esa mañana se había levantado particularmente impaciente. Gabriel no lo sabía, pero su compañero de viaje tenía un mensaje que difundir y no quería que nada ni nadie se interpusiera.

ROY: Dejame, ya te expliqué que tengo algo muy importante que decir.
GABRIEL: ¡Ya te dije que te voy a dejar! ¿Puedo al menos estudiar estos verbos?
ROY: No, esto no puede esperar. Es urgente.
GABRIEL: Bueno, ahí tenés la computadora. ¿Sabés prenderla?
ROY: Sí, claro. Con este botón.
GABRIEL: Roy, esa es la lámpara. Dejá que la prendo yo. Ahí está. ¿Ahora puedo seguir estudiando alemán?
ROY: ¿Alemán? Ahhh, con razón no les entendía. Pensé que hablaban inglés con palabras que yo no conocía. Sí, sí, andá.

NARRADOR: Roy abrió su casilla de mail y comenzó a escribir:

ROY: "Papá César, sé que hoy te casaste. Allá en Buenos Aires. Yo estoy acá en Berlín, con tu amigo Gabriel. Tenías razón, está desquiciado pero es un buen pibe y me saca a pasear. Te quiero felicitar y desearte que seas muy feliz junto a Karina y mi hermanito Joaquín. Te daría un abrazo con mis alitas, pero no te tengo acá al lado. Te quiero mucho. Tu amigo me enseñó a decir una frase en alemán: gute Verheiratung!".

lunes, 16 de abril de 2012

La recta final

Lunes otra vez
Sobre la ciudad
La gente que ves
Vive en soledad
(Lunes otra vez-Sui Generis)

Ya lo dice la canción citada: "Lunes otra vez, sobre la ciudad". Otro lunes más que esta vez es distinto a todos, porque es el último en este lugar, al que ya me he acostumbrado. Un lunes único, irrepetible, lánguido, distinto o quizá melancólico, cualquiera de los adjetivos le queda bien a este inicio de semana. Y si de iniciar se trata, esta vez hay que arrancar temprano, para empezar a prepara el examen de jueves y viernes. Además, como un ama de casa, hay que hacer las compras de la semana e incluso hay tiempo para pasar por la farmacia a comprar un shampoo y una pasta de dientes y que la amable vendedora me regale otro dentífrico como obsequio. Puedo sonar paranóico, pero creo que tiene mercadería no declarada que de algún modo está tratando de deshacerse antes de que le caiga una inspección.
Ya al mediodía es momento de ir a clase y encontrarme con el irrefutable hecho de que cada vez somos menos. Si hace veinte días habíamos empezado el curso doce entusiastas jóvenes ahora a duras penas llegamos a ocho. No se preocupen fieles lectores, el coreano al que bautizamos Juan sigue firme en su lugar. De hecho fue su cumpleaños el fin de semana y la profesora le realizó un regalo que constaba de algunas golosinas y una tabla con verbos conjugados. Debe ser la tradición en Alemania.
Poco más para destacar en este último lunes en la capital. Bueno, sé que como de costumbre esperás algún bonus track por tu visita. Este graffiti no es de Berlín, está en Palermo y me lo pasó un amigo que por allí anduvo el fin de semana. Igual tranquilamente podría ser uno de los dibujos del Muro. La traducción: "La tenemos bien adentro".

domingo, 15 de abril de 2012

Las delicias de la vida palaciega

God save the Queen
'Cause tourists are money
And our figurehead
Is not what she seems
(God save the Queen-Sex Pistols)

Allí me encontraba, una vez más, saliendo a recorrer las calles de la ciudad, de la que ya no hace falta que reitere el nombre. Un lugar que no podía dejar de visitar aparecía en mi lista de pendientes: el Palacio de Charlottenburg. Hacia allí partiré esta vez. Colectivo hasta la estación Schönhauser Allee y de allí en tren hasta Westend (se pronuncia Vestend). Mientras aguardaba la llegada de la formación una señora me pregunta dónde tomar el bus. Estoy a catorce horas en avión de mi casa y me confunden con un alemán. Sin embargo, le respondo en alemán como un campeón (en realidad como un campeón le respondo que no tengo idea dónde para, que le pregunte a la empleada de la estación que estaba a dos metros y ella sí le iba a poder indicar con precisión).
Unos pocos minutos después arribé al fastuoso Palacio de Charlottenburg, mandado a construir inicialmente como una casa de verano por la princesa Sofía Carlota de Hanover, que luego se convertiría en Reina. El recinto, que tiene dos plantas tiene un marcado estilo barroco, lo cual se traduce en, sí: lujo, derroche, excesos, ¡poder! Por fin puedo ver obscenos lujos palaciegos europeos. Algo que no podía faltar en mi viaje y del cual Berlín no tenía que estar al margen. Y allí estaba, frente a mis ojos, sala tras sala tras sala excesivamente decorada, adornada, amueblada, con pinturas, cuadros, vajilla de plata, pianos de cola, espadas (sí, también había un par de grotescas espadas), vasijas, vasos, platos y demás. Sin duda alguna que esta gente la pasaba bien. ¿Cómo puede ser que no hayan persistido? Ah claro, costeaban sus lujos y excentricidades a costas de los ciudadanos de bajos recursos. Tomo nota.
Detrás del Palacio están los famosos jardines, que eran en el inicio el principal motivo de la construcción del edificio: poder disfrutar durante el verano de un lago y verdes árboles. La visita llega a su fin y es hora de emprender la vuelta a casa. Los dejo, voy a seguir fantaseando con cómo hubiera sido mi vida si hubiese sido de la realeza europea.

sábado, 14 de abril de 2012

Haciendo camino al andar

Sin rumbo fijo hacia adelante voy,
andar andando solo andando
por andar
llevar mi vida acelerando sin pensar en regresar,
o en detenerme
(Convide rutero-Almafuerte)

El último fin de semana berlinés tenía que arrancar bien temprano. Ocho de la mañana y arriba, para desayunar primero y ponerme a estudiar después. Simulacro de examen, reglas sintácticas, repaso por las clases, palabras nuevas aprendidas, conjugación de verbos, examen oral, etc. De reojo miro un libro de ingeniería naval... ¿será más difícil que aprender alemán? ¿Cómo se dirá "propela" en alemán? No, me estoy desenfoncando de lo importante. Sigamos estudiando. El examen consta de tres partes: una escrita con algunos ejercicios de completar y la obligación de escribir una carta (en alemán, obvio), otra parte de escuchar unas grabaciones y tener que responder verdadero o falso (Richtig oder Falsch) a algunas preguntas y por último el examen oral. Según el simulacro de prueba que tengo en mi poder, un posible tópico sería "Viajes". Simple. Concreto. ¿Por qué tengo la sensación que a mí me va a tocar "Principales críticas del existencialismo alemán heideggeriano al espíritu iluminista?".
Siendo las dos de la tarde es momento de obedecer al estómago y hacer un merecido break. Sin mucha noción de a dónde ir o dónde comer, me dirijo hacia dónde me guíe mi intuición, que me dice que puede haber algo que aun no haya visitado. Sí, Bebelplatz, allí estudiantes nacionalsocialistas (cuándo no)
incendiaron libros prohibidos por el régimen. Bueno, hacia allí vamos y comemos por la zona. Tras más de veinte minutos de viaje, desciendo en el lugar indicado. ¿Este es el lugar indicado? ¿Y no hay alguna estatua? ¿Algún monumento conmemorativo? ¿Sólo esta placa en el piso? ¿Casi media hora viajando para ver una placa? Para que veas que soy buen perdedor aquí te dejo la foto de la placa así podés disfrutarla sin moverte de tu casa.
Bueno, la placa no fue lo emocionante que pudo haber sido. Todavía queda el hecho de que me falta almorzar. Camino por el lado de la avenida Unter den Linden, la más importante por la gran cantidad de puntos turísticos que hay en ella. Tras comer un rico sandwich de pescado (sí, leíste bien) pienso dos cosas: primero, ¿por qué estos negocios no vienen a la Argentina? y segundo, ¿Vuelvo al departamento o visito algo más? Sin rumbo fijo hacia adelante voy (gracias Iorio) y me encuentro con el Altes Museum (Museo Antiguo). Por cuestiones de tiempo o de lejanía no lo había visitado aun y, siendo esta tal vez la última oportunidad de conocerlo, no dudo en ingresar. Adentro se exponen numerosas estatuas y objetos de la antigua Grecia y de la también antigua Roma. Por algún extraño motivo a las esculturas de hombres siempre les falta una parte. ¿Hace falta que te diga cuál? Empiezo a creer que hay una mafia que se encarga de cercenar estatuas antiguas y luego vender esas partes en un mercado negro que las paga a buen precio. Otra razón tan lógica no existe.
Tras salir del museo pienso en escribir un guión sobre un cuidador y que de noche las estatuas exhibidas cobran vida. Se me ocurre a Ben Stiller como posible actor protagónico. Corro hacia mi hogar berlinés a comenzar con la escritura del guión. Descubro, no sin desazón, que ya se hicieron dos películas. Llegué tarde. Estuve a un paso de hacerme rico. No bajaré los brazos.

viernes, 13 de abril de 2012

A la conquista del mundo

You may say
I'm a dreamer
but I'm not the only one
(Imagine-John Lennon)

Te necesitamos. Roy y yo te necesitamos. Precisamos tu ayuda. Cuando arrancamos con este viaje y con este blog allá por marzo una idea (absurda, seguramente) rondaba por mi cabeza: que este blog se convierta en la página de habla hispana más visitada del mundo. OK, "descabellada" seguramente estarás pensando. Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único.
Hasta el momento la respuesta del público ha sido fantástica. Hemos contabilizado lectores de Argentina, Alemania, Estados Unidos, España, Italia e inclusive desde la lejana India, entre otros países.
El primer paso está dado. Ahora falta conquistar las naciones restantes. Para eso, te precisamos. Vamos, recomendale el blog a todo el mundo. Mandale el link a tus amigos, familiares, conocidos y hasta desconocidos que tengas en cualquier rincón del planeta. Conquistemos primero África y Oceanía. Luego vayamos por cada nación. Que no nos detengan ni montañas, ríos, desiertos o mares.
Vamos. ¡Gabito y Roy se lo merecen!

Estamos de vuelta

I, I'm still alive
Hey I, but, I'm still alive
Hey I, boy, I'm still alive
Hey I, I, I, I'm still alive, yeah
Ooh yeah...yeah yeah yeah...oh...oh...
(Alive-Pearl Jam)

Un día de franco y la cantidad de mails preguntándome si seguía vivo inundó mi casilla. Tranquilo, el blog sigue, no se cerró y goza de buena salud. ¡Larga vida a Gabito y Roy! Simplemente fue necesario ayer un día de pausa para solucionar cuestiones administrativas y de planificación para la segunda mitad del viaje, que comenzará en breve. ¿Pensabas que no iba a escribir más? ¡Qué poco me conocés! Es más, para compensar el faltazo de ayer, hoy se viene un post doble, te pido sólo un poquito de paciencia.
¡Qué difícil que es decidir a dónde ir cuando ya tenés casi toda la ciudad visitada! Ah, pará. ¿Qué es esto? Un casillero que no tiene una cruz. Acá todavía no fui. Listo, agarramos la mochila y para allá vamos: Catedral Alemana y Francesa. Subte hasta Stadmitte y allí estamos. Se trata de una gran plaza, que en otros tiempo solía ser un mercado, en la que se erigen dos Iglesias a los laterales y en el medio la Sala de Conciertos de Berlín.
Son las diez de la mañana. En primer lugar me acerco a la Catedral Francesa, que está cerrada y no abre hasta las doce del mediodía. La Catedral Alemana, en cambio, sí está abierta. No se trata de abrir un juicio de valor. Bueno sí, se trata de eso. Los alemanes están despiertos antes que los frances (por comentarios como este es que no voy a París).
La Iglesia Alemana tiene en su interior una exposición sobre la historia alemana, desde la fundación del Estado allá por el Siglo XIX, desde los tiempos de Bismarck, del que tal vez hayas oído hablar en el colegio y acá podés ver en una estatua matando a un dragón, hasta la actualidad. Inclusive también hay obras de arte insólitas como una escultura que, según su autora, representa a Europa. La estatua consta de una mujer en pelotas arriba de un toro. No voy investigar en qué condiciones realizó esa estatua o si la armó faltando diez minutos para que se cumpliera la fecha de entrega. Si usted dice que es Europa, yo le creo.
Antes de ir para el lado de los franceses paso un rato por la Sala de conciertos. Se ve que estaban al tanto de que iba a llegar porque me extendieron la alfombra roja, como corresponde. Luego sí, me presento en la Catedral Francesa, en cuyo pequeño recinto se está dando un sermón. Poco más entonces para quedarse observando. Hora de ir a clases. Fin de las catedrales por hoy. A pensar en verbos, gramática y reglas sintácticas.
Estoy seguro de que hay una persona a la que le va a gustar la canción que puse de apertura. ¿Quién era? Es alguien importante. Bueno, ya me acordaré.

miércoles, 11 de abril de 2012

Recalculando

Through the darkest hour
grace did not shine on me
it feels so cold, very cold
no one cares for me
(In my darkest hour-Megadeth).

Cuando el avión despegó desde Buenos Aires con rumbo a San Pablo hace ya tres semanas, sí aunque no lo parezca ya han pasado tres semanas, había en el asiento un paquetito que contenía unos auriculares, regalo de la aerolínea para sus pasajeros. Lo tomé y lo guardé pensando que, quizá, en algún momento del viaje podía llegar a ser necesario hacer un cambio de auriculares. Pues bien, esa sustitución llegó hoy a la tarde cuando, volviendo de clases, uno de mis auriculares dejó de funcionar. En mi amplia experiencia de auriculares rotos sé que no hay arreglo. Adiós. Arrivederci. Auf wiedersehen. Good bye.
Si leiste la canción escogida para hoy tal vez pienses que ha sido un mal día. No, nada de eso. Simplemente es un homenaje a esos auriculares que ahora yacen en el tacho de basura de la cocina pues la última canción que sonó en ellos fue precisamente esa obra maestra de Megadeth. Una despedida a la altura.
La otra sorpresa del día es que el examen final de alemán, que tendré que rendir el jueves y viernes de la próxima semana es arancelado, algo que no estaba en mis planes. Al oir la suma que tengo que desembolzar es necesario hacer un reajuste en el presupuesto del viaje. A saber: ¿recuerdan que les prometí que iba a llevarles regalos? Bueno, espero que se conformen con recibir mi cariño y buena onda como un lindo obsequio. Segundo, según los cálculos que realicé, para amortizar esta suma tendré que comer polenta las próximas tres semanas o prostituirme en la zona roja de Berlín. No voy a poner la antinomia a votación del público (porque conozco cuán morboso es) así que me quedo con comer polenta.
En la última noticia del día, mientras regresaba al departamento me encontré en el asiento con un ejemplar del diario de la fecha. Allí pude enterarme que el Hertha volvió a perder y continúa su marcha al descenso tan temido. La solución es una sola, que compre ya mismo a Funes Mori para que su aporte goleador lo saque de la zona de riesgo. Si no, saluden al Hertha que se va...

martes, 10 de abril de 2012

De vuelta al barrio

Yo volveré a las calles
sé que mi barrio esperará
yo volveré a las calles
hay un lugar, para estar
(Espadas y serpientes-Ataque 77).

Volver al barrio siempre es especial. Tras cuatro días en Munich, volví a abrir mis ojos en Berlín, en el departamente de Prenzlauer Berg. Nuevamente a continuar con la rutina alemana: ir a hacer las compras al supermercado que está a dos cuadras, ir a cursar al mediodía, comer en lo del chino, hacer la tarea, etc. Como en este blog nos jactamos de ser distintos, hoy vas a ver qué hice en forma de fotonovela.








lunes, 9 de abril de 2012

Chofer, apure ese motor

Y lo mejor que me pudo pasar en el viaje
fue mirar el paisaje y seguir
fue mirar el paisaje y seguir
(Vine hasta aquí-Los Piojos)

La distancia entre Munich y Berlín es de 502 kilómetros. Haciendo un cálculo apróximado, se tardarían cinco horas yendo a 100 km/h. El tiempo podría extenderse media hora más si tomamos en consideración la salida de la ciudad que siempre suele hacerse más lenta o inclusive alguna parada rutera. Los cálculos son precisos y no fallan. Ahora bien, ¿por qué mi viaje en micro tarda ocho horas en cambio?
La explicación es sencilla. Si el micro para en cuanto pueblo perdido en las montañas exista para que se suba ¡un pasajero! el tiempo utilizado para completar el viaje se incrementa notoriamente. Sí, ocho horas viendo el monótono y verde paisaje alemán fue lo que me separó de la pintoresca ciudad de München a mi hogar en Berlín. ¿Qué hacer en ocho horas de viaje sentado? Se me ocurre tratar de dormir un poco o resolver el teorema de Fermat. No traje birome, decido dormir. De repente en un momento de mi lucha por conciliar el sueño un pensamiento me viene de golpe a la mente: anoche jugaba River, ¿cómo habrá salido? ¡Qué tortura! No tengo chances de enterarme hasta llegar a Berlín. Recién ahí sí me enteraré de la derrota contra Atlanta.
Cuando por fín arribamos aun queda una sorpresa más. Al no haber chequeado previamente el horario de salida del micro, que era a las 9:45, había llegado a la estación de Munich a las 9 en punto, creyendo que la salida era a las 9:15. Lo bueno fue que pude guardar mi valija en el baúl del micro entre los primeros pasajeros. Lo malo fue que quedó al fondo de todo. Entonces... ¿adiviná quién estuvo entre los últimos en poder retirar su equipaje en Berlín?
"Al mal tiempo buena cara", dice el dicho así que, ya instalado nuevamente en mi habitación me preparo para encarar mis últimas dos semanas como berlinés.

PD: ¡Jugadores, esto no es joda! Hay que ascender sí o sí. No se pueden regalar puntos contra rivales sin jerarquía que pelean por la permanencia en esta horrible categoría. No regalen más puntos. En julio tenemos que estar jugando nuevamente en Primera. (Perdón, no tengo nadie con quién hablar de fútbol en estas tierras).

domingo, 8 de abril de 2012

El día después de mañana

Deep beneath the cover of another perfect wonder
where it's so white as snow
privately divided by a world so undecided
and there's nowhere to go
(Snow-Red hot chili peppers)

¿Qué es eso que cae desde el cielo? No puede ser, no lo puedo creer. ¡Está nevando! Está zarpadamente nevando en Münich y tengo programada una excursión a Dachau, el famoso campo de concentración. ¿Hay acaso alguna postal más deprimente que un campo de concentración y nieve? Falta únicamente que en la entrada haya un violinista tocando alguna triste melodía para tornar la situación aun más angustiante.
Remera de manga corta, remera de manga larga, pólar, bufanda, campera, gorro de lana, guantes. No, los guantes quedaron en Berlín. Bueno, botas de nieve. No, no tenemos. ¿Y por qué no tengo botas para la nieve? ¡Porque en Buenos Aires no nieva, boludo! Lo más abrigado que pude, partí del hotel con rumbo al punto de encuentro del cual salía la excursión combatiendo contra una intensa tormenta de nieve, igualito a Dennis Quaid yendo a buscar a su hijo que estaba encerrado en un biblioteca de Nueva York. Sintiéndome como Rocky entrenando en la montaña para enfrentar a Iván Drago logré llegar a destino y derrocar al comunismo. Ah no, en lo último no tuve nada que ver.
S-bahn (tren) y bus (bus) de por medio, llegamos al campo de concentración de Dachau, que funcionó desde 1933 a 1945 y ahora ha sido reconvertido en un centro para la memoria. Apenas algunas barracas han quedado en pie para dar cuenta de lo acontecido, ya que la mayor parte de ellas ha sido destruida. Si te estás preguntando qué es lo que se puede ver, cualquier semejanza con "La lsita de Schindler" no es ni a palos una coincidencia, por lo que no es necesario ahondar en el tema. Pasadas las dos y media de la tarde estábamos de vuelta en la estación central de Münich y hubo tiempo para una última vuelta por el centro de la ciudad y sacarme alguna foto con las múltiples estatuas de leones que puede uno encontrarse.
Por último voy a dejarles los dos consejos gastronómicos de München para que no se pierda aquel que la visite: el bäckerei Rischart que me proveyó de buenos desayunas y exquisitas merienda y si cotiza en bolsa voy a comprar alguna que otra acción y el restaurant Ratskeller que funciona todo el día y se puede disfrutar la más típica y sabrosa comida alemana. A ver si hacemos algún tipo de canje para la próxima...

sábado, 7 de abril de 2012

Subí que te llevo

Y este motor empieza a arder
algo me dice que no voy a perder
acelerá, rompete vos
esta carrera es contra mi corazón
(TC-Tristemente Célebres)

La mañana comenzó auspiciosa en Munich, sobre todo porque descubrí por qué hacía tanto frío en la habitación: la ventana estaba abierta. Una vez resuelto ese detalle tomé el mapa y marqué el punto al que sí o sí debía ir: el BMW Welt (Mundo de BMW), que se encontraba en la entrada de la ciudad, por lo que habría que hacerse amigo del transporte público muniqués (por más feo que suene ese es el gentilicio). Un subte, combinación y media hora después estábamos en el lugar deseado.
En 1918, BMW produjo su primer motor de avión. Sí, la famosa marca de autos en sus orígenes se dedicaba a la aviación, por eso su logo son las aspas de avión. A partir de ahí comenzó un crecimiento y una diversificación en la producción que lo llevaron a ser la marca que es hoy en día. Y yo, junto a Roy, estaba ahí para ver autos y coupés sin reparos, alegre como un niño en una juguetería o un asesino serial en una armería. Mejor quedémonos con la primera analogía. En el museo hay una colección de autos de todas las épocas, que incluye los primeros modelos (década del 30) de diseño más que curioso. Roy, contento pudo subirse a su primer BMW. No te preocupes Roy, tené un poco de paciencia y fe que ya tendremos uno. Lo que no encontré es la parte del tour en la que me prestan un Z4 para que maneje imprudentemente por la ciudad. ¿Cómo? ¿No estaba incluído? ¡Estafadores!
Pasado el museo, recorrí la zona olímpica en la que se llevaron a cabo los Juegos de 1974. Así pude visitar el Estadio Olímpico, la pileta olímpica, el lago olímpico y demás locaciones olímpicas. No pregunté si el baño también era olímpico, aunque imagino que sí.
Ya siendo las dos de la tarde fue tiempo de reponer energías con unas tradicionales Wissburst (salchichas blancas) y un pretzel. Sí, el estereotipo de la comida alemana viéndose realizado. ¿Cuál es el estereotipo político con el que se caracteriza a los alemanes? Ah, sí. Después de almorzar fui en un tour guiado por los orígenes del Nacional Socialismo en München, la ciudad en la que se originó ese movimiento. En las dos horas de recorrido visitamos diversos edificios que en algún momento fueron oficinas del Nazismo y las SA y que ahora son tiendas de computación, hoteles y demás locales que borran su historia. A diferencia de Berlín, en donde la historia está expuesta en cada esquina, Munich oculta su pasado, o al menos ese, por lo que fue necesario revolver un poco para poder conocer los orígenes de un tal Adolf.

viernes, 6 de abril de 2012

¡Qué bávaro, llegamos a München!

Cuando ya lejos de la ciudad central
los horizontes me ven
rutas saldar, para llegar
y mostrar que soy quien quise ser
(Ayer deseo, hoy realidad-Hermética)

Seis en punto y el despertador sonó. No había vuelta atrás ni cinco minutos más para quedarse en la cama. Arriba, hay que cambiarse y afrontar el frío berlinés. Para no perder tiempo desayunando me propongo tomar el desayuno en algún barcito. ¿Habrá alguno abierto a las seis de la mañana de un día feriado? Soy optimista, alguno tiene que haber. Bueno, no había. El único bar abierto estaba copado por ebrios que seguían de festejo, así que si me sentaba y pedía un café con leche y un muffin quedaba como un completo desubicado. Una vez en el subte me percaté de que había perdido el papel. ¿Qué papel? El que te envuelve bombón. No, el papel en el que tenía anotado el recorrido para llegar a la estación de micros. Apelando a mi buena memoria logré sortear ese obstáculo y llegar, con una hora de anticipación, a la terminal, tiempo suficiente para desquitarme y hacer la primera comida del día.
Con un mínimo retrado, el bus con destino Munich partió a las ocho y media. Sin embargo, el mismo haría una parada previa en Nürnberg, ciudad en la que juega Javier Pinola, aquél marcador de punta surgido en Chacarita recordado porque en el 2007 suspendió su casamiento porque iba a integrar el plantel de la Copa América y, a último momento, no lo convocaron. Nuestra solidaridad con Pinola. ¿Para qué vamos a Nürnberg? ¿Cuánta gente se va a bajar ahí? Para mi sorpresa descendieron la mitad de los pasajeros. Parafraseando a una vieja publicidad de la cerveza Quilmes: linda Nürnberg, al menos lo que se ve de la ruta a la terminal de micros.
Con menos gente, continuamos camino por la ruta 9 y arribamos a München una hora y media después bajo una llovizna que amenazaba con hacerse más intensa. Mi paraguas por suerte estaba en la valija con candado. Así puedo no usarlo cuando lo preciso.
Gracias a una estupenda labor de planificación, mi hotel se encuentra a pocas cuadras de la terminal de micros. Bueno, en realidad fue de culo. Lo cierto es que me instalé en el hotel rápidamente y, junto a mi inseparable amigo Roy, fuimos a dar nuestra primera vuelta por la ciudad. München tiene grandes diferencias con Berlín, mi eurohogar. En primer lugar, Berlín es en extensión mucho más grande que Munich. En segundo lugar, si el oso es la mascota simbólica de la capital alemana, aquí los leones son quienes custodian y decoran cada esquina (como pueden ver a Roy jugando con el rey de la selva). Por último, claro está, Munich tiene un costo de vida más alto que Berlín y por tanto es más lujosa.
El centro de la ciudad, por lo visto esta tarde, es bastante pequeño. Tan solo tres horas de recorrido bastaron para hacer cuatro cosas: primero visitar brevemente el museo del nacionalsocialismo, segundo recorrer Marienplatz (el corazón de la ciudad), tercero visitar la Frauenkirche (Iglesia de las mujeres) y cuarto percatarme que el ochenta por ciento de los negocios de la ciudad está cerrado porque es feriado. Una gran bienvenida.

jueves, 5 de abril de 2012

Vamos de paseo



Te metiste en el blog hoy para ver qué estaba haciendo hoy en Alemania, qué nueva aventura había tenido o cómo había pasado mi día y te encontrás con esto. ¡Qué decepción! No hay canción del día, no hay un artículo elaborado ni comentarios sagaces. Sólo esta breve explicación.
¿Sabés qué pasa? Mañana, muy temprano, salimos para Münich (en alemán München) a pasar la Semana Santa, así que, con Roy, estamos armando la valija para partir. Nos tenemos que levantar a las 6, porque da la casualidad que el playón del que sale el micro queda en la otra punta de la ciudad.
No, pará. Si entraste acá, algo te tenés que llevar hoy. Mmmm.. dejame pensar. Ya sé. Voy a darle a mi fiel público lo que todo el mundo quiere ver: ¡IMÁGENES DE DESNUDOS! (como pueden apreciar, la publicidad europea se la juega más que la argentina).
Nos vemos mañana, desde München.

miércoles, 4 de abril de 2012

A comer, la mesa está servida

No puedo evitar
que vengan hacia mí,
los sandwiches de miga;
y parece mentira
que hoy estuve aquí,
esperándote
(Sandwiches de miga-Pappo)

Una de las situaciones sobre la que más preguntas me hacía antes de arribar a estas tierras era acerca de cómo me arreglaría con la comida. Comer en el extranjero. Todo un tema. A olvidarse del asado, de una porción de vacío, de una buena entraña o, inclusive, del dulce de leche y a explorar en los gustos culinarios del país que nos recibe.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que Berlín es una ciudad en donde el cosmopolitismo es amo y señor. Por lo tanto, la tradicional comida germana queda algo relegada ante la invasión (por palabras como esta comenzó la Segunda Guerra Mundial, vale la pena aclarar) de comidas algo más exóticas. Sí, estoy hablando de la cocina asiática, muy difundida en la capital alemana.
Paradójicamente, por lo tanto, un tradicional plato alemán es más difícil de encontrar que un típico falafel turco. Sin embargo, lo que sí están bien arraigados son los puestos de Currywurst, al paso, es decir salchicha alemana con salsa de curry acompañado con papas fritas. Cumple con la regla de las tres B: bueno, bonito y barato, por lo que es una excelente opción para alimentarse en el frensí turístico. Donde también los alemanes se llevan todos los premios es con la pastelería. Entrar a una Backerei es ingresar en un mundo donde todo es tentador: tortas, muffins, facturas, panes y una larga lista de etcétersa.
Pasando a la cocina asiática, los turcos son quienes se alzan con el primer puesto de mayor cantidad de inmigrantes. Sus platos más vendidos, por la facilidad para transportarlos, son los falafel y los döner. Este último consiste de una masa de pan en la que dentro lleva carne fileteada y verduras de lo más variadas. No te gastes en explicarle al turco qué es lo que querés y qué es lo que no querés que le ponga porque no te va a dar bola. Sale cómo se le canta. Y, para ser sinceros, no sale mal.
También del lejano oriente son los restaurantes chinos y vietnamitas, que se caracterizan por sus bajos precios. Buenas opciones son los fideos vietnamitas, que vienen mezclados con pollo o carne o cerdo al módico precio de 3 euritos. Al hablar con el vietnamita sólo me puedo preguntar "¿cómo es que este tipo habla alemán y a mí me cuesta tanto?". Perdón, estaba pensando en voz alta. Similar a la comida vietnamita es la cocina china, caracterizada también por sus fideos aunque le agrega varios platos con pollo.
Por último, otra tradición culinaria en la que me he adentrado en estos días es la india. De allí puedo recomendar el pollo al curry, que viene acompañado por una abundante porción de arroz. Además de la deliciosa comida india hay que destacar el buen trato de los mozos. Hace dos días, Apu (no sé su verdadero nombre así que elijo este) me convidó luego de haber cenado un trago de licor de naranja como digestivo. ¡Qué no se corte en Nueva Delhi!

martes, 3 de abril de 2012

Y al décimo día, Gabriel descansó

Yo soy un hombre bueno
lo que pasa es que me estoy viniendo viejo
trataré de hacer las cosas a su tiempo
o si no no le daré importancia al cuerpo uo no
(El Viejo-Pappo)

Dos domingos atrás, cargado de valijas y de inquietudes, había llegado a Berlín. El ritmo de esos primeros días en la capital alemana fue frenético: de aquí para allá recorriendo museos, Iglesias, lugares históricos y demás centros de interés que me encargué de documentar en cada uno de los artículos de esta página. Me levanté esta mañana y abrí el mapa para ver qué podía ofrecerme hoy este nuevo amancer y me percaté de que son ya varias las tildes marcadas. Tan solo unos pocos lugares quedaban aun por conocer y dado que mi estadía aquí es hasta el veintiuno de abril, decidí que sería un buen momento para descansar.
Claro que descansar a la forma de Gabriel implica algo más activo que encerrarse en una habitación a dormir o leer un libro (aunque reconozco que estoy terminando la biografía no autorizada de Don Julio). Tras desayunar me enfundé nuevamente en mi ropa deportiva y otra vez a la plaza. Una hora de intenso trote y ya estaba listo para continuar con los quehaceres cotidianos.
Tras la ducha, me cambié, tomé mi mochila y partí a clases, dejando a Roy a cargo del cuidado de la habitación (después de todo había quedado agotado por el raid turístico del día anterior y convenía que recobrara fuerzas). La clase de la fecha transcurrió sin mayores inconvenientes. El momento de mayor interés, si es que puede ser llamado de esa manera, fue cuando la profesora nos entregó una hoja con el origen etimológico de varias palabras. ¿Sabía usted que la palabra Alkohol (en alemán con K) proviene del árabe? Seguramente no y tampoco le interesaba, pero gracias a la lectura de este blog en su próximo asado podrá quedar como un intelectual delante de sus amigos brindando un dato como el que acaba de leer. Trabajo por su bienestar y su educación.

lunes, 2 de abril de 2012

Un día al rojo vivo

I'm the little red rooster
Too lazy to crow for day
(Little red rooster-Rolling Stones).

Fue él quien primero se levantó. Me miró con cierto resquemor estudiando cada movimiento que yo hacía. Lo miré y le pregunté: "¿Qué pasa Roy?". Sentía que algo le dolía y no se animaba a decírmelo.
-Que ya no me sacás más a pasear. El sábado fuiste a la cancha y no me llevaste.
-Es que no vendían entradas para gallos. Además a vos no te gusta el fútbol, sos hincha de Independiente, como tu papá.
-Por lo menos sigo en Primera, gallina.
Nos estábamos haciendo daño el uno al otro. Innecesariamente. Injustificadamente. Tenía que ser la persona madura si quería que nuestra relación llegara a buen fin en lo que quedaba de viaje. "Te pido perdón, estuve mal", le dije mientras me acerqué a mi fiel gallo para darle un abrazo. Todo perdonado. Vestite que hoy vamos a salir.
Desde hacía unos días me había quedado pendiente visitar el Museo del Muro, dado que había recorrido la zona pero no había hecho el tour dentro del edificio. Cerca de las once y media llegué al establecimiento para percatarme que había una fila más larga que para ver a AC/DC y que no estaba dispuesto a hacer. Inmediatamente tomé (tomamos) el subte y nos dirigimos con Roy al Ayuntamiento Rojo, es decir, la sede del Gobierno de la ciudad de Berlín. Allí se exhiben varios bustos y esculturas de los principales Jefes de Gobierno que la ciudad ha tenido, además de una serie de cuadros promovidos por el propio ayuntamiento. Luego, viendo que aun quedaba algo de tiempo para entrar a clases, nos acercamos a la Iglesia de Nikolai, que lleva su nombre en honor al Santo Patrono de Berlín y que fue construida en el Siglo XIII (¡trece burro! ¡trece!).
Siendo la una debí asistir a clases y Roy se quedó durmiendo en la mochila. La clase de hoy me dejó en claro que la profesora, vaya uno a saber por qué, detesta a Angela Merkel. Para evitar papelones decidí no emitir ningún tipo de opinión política.
A las seis terminó la lección y fui por la revancha al Museo del Muro. Esta vez había muy poca gente (es un buen consejo para aquél que vaya a visitar Berlín: ir a este museo a la tarde) por lo que el ingreso fue rápido, como si tocase Puertas (chiste sólo para entendidos). El Museo del Muro es un muestrario de objetos y fotografías de los años de la cortina de hierro, pero su punto más relevante son las historias de vida de las personas que, usando su ingenio, pudieron cruzar de este a oeste. Por ejemplo, pueden observarse algunos autos que fueron modificados para esconder personas en un fondo secreto de un baúl o el caso de una familia que logró pasar al otro lado utilizando un globo aerostático. Una vez afuera se produjo un hecho insólito: me encontré con dos argentinos. Era una pareja que venía de Córdoba y nos quedamos charlando unos minutos acerca de todo lo que hay para visitar en Berlín. Durante la conversación, Roy, que se encontraba muy cansado por la excitación de un agitado día, se quedó dormido en un pedazo del Muro. Esta noche dormirá feliz.

domingo, 1 de abril de 2012

Una tarde en la Bauhaus

El lujo es vulgaridad
dijo y me conquistó
de esa miel no comen las hormigas
(Un poco de amor francés-Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota)

Me levanté con un gran interrogante: ¿qué voy a hacer hoy? No tenía nada programado, no había clases, no sabía a dónde ir. Tras desayunar, me calcé la ropa deportiva y la campera rompevientos y salí a correr a la plaza que se encuentra a tan solo cuatro cuadras de donde vivo. Una hora a ritmo sostenido y musicalizado gracias a mi mp3 (nunca salgo de casa sin él). Volví a bañarme, miré el mapa de Berlín y resolví a dónde ir: es un buen momento, diría Mariano Closs, para ir a visitar el museo de la Bauhaus. La Bauhaus había sido uno de los tantos contenidos que había estudiado en la carrera (Ciencias de la Comunicación) así que era una buena oportunidad para presenciar y ver con mis propios ojos eso que tanto leí en hojas de apuntes.
Para quienes este nombre no les dice nada, se trata de una escuela de diseño cuyo objetivo principal era la sencillez y la economización de los materiales y de la forma al momento de diseñar. Esta escuela permaneció abierta desde 1919 a 1933.
Trivia: ¿Adiviná quién cerró a la Bauhaus? Pista: usaba un bigote muy particular y le gustaba saludar levantando su brazo derecho.
Me debo estar volviendo berlinés. Otra explicación no hay. Si no, no se entiende que tomarme el subte ya no me parezca una linda aventura ni mire a las estaciones con asombro sino que me rompa las bolas saber que todavía faltan varias paradas para arribar. Además, por algún extraño motivo, los fines de semana el subte no hace el recorrido entero, sino que llega hasta una estación (Potsdamer Platz) y para continuar hay que ir a pie a la estación siguiente (Mohrenstasse), ya que el tren vuelve a la terminal y la única manera de continuar el camino es yendo a la otra estación. Pese a que no lo entiendo y me parece absurdo, imagino que debe ser algo lógico, práctico y calculado, si no los alemanes no lo harían.
El museo de la Bauhaus es pequeño, como no podía ser de otro modo. En él hay una colección de sillas de todas las épocas, fotografías de los fundadores de la institución, un ajedrez con piezas tan abstractas que no se distingue una de la otra (¿el Rey es el que tiene la cabeza cuadrada o esa es la Reina?) y poco más. Lo que no me cierra es por qué si priorizan la economía de los objetos el ajedrez cuesta más de 200 euros. Mmm... creo que se están pasando de listos. Otra cosa que no me cuadra es por qué si es un museo de sillas no me puedo sentar en ninguna. ¿Cómo hago para corroborar la calidad y el confort de los diseños?
Por último veo que enfrente del museo está el edificio de la empresa KPMG, la misma que hace dos años Passarella contrató para realizar la auditoría de la gestión Aguilar. Pienso en acercarme para tocarles el timbre y preguntarles cómo va la auditoría, ya tiene que estar lista y podremos enviar a la cárcel a quien corresponda. A esta altura debería ser un trámite nomás. Ah, es domingo, está cerrado, no hay nadie. Bueno, Aguilar puede respirar tranquilo, estuvimos a punto de hacer justicia.