miércoles, 2 de mayo de 2012

La rima del anciano marinero

Hear the rime of the ancient mariner
see his eyes as he stops one of three
mesmerises one of the wedding guests
stay here and listen to the nightmares of the sea
(Rime of the ancient mariner-Iron Maiden).


En 1628 el Vasa partió del puerto de Estocolmo. Era su primer viaje. Se trataba de un buque de guerra construido a pedido de la familia Vasa, gobernante en esa época. Tras mil quinientos metros de navegación, se hundió. Permaneció más de trescientos años bajo el fondo del mar y fue rescatado y reflotado en 1961. Ahora el barco permanece con un 95% de sus partes originales en el museo que lleva su nombre. Con semejante historia... ¿cómo no dirigirnos hacia allí?
El museo se encuentra en la isla de Djurgarden (en realidad arriba de la a hay un redondelito que vaya uno a saber cómo se pronuncia en sueco) que, al no tener puente que la una con la isla en la que está el hostel, es necesario pasar primero por Östermalm. Tras media hora de caminata bordeando el río se llega al museo, que está pegado al Nordika Museet (Museo Nórdico). Tras abonar la entrada (no entraremos en detalles de precios) el monstruoso barco se luce ante nuestros ojos (con poca luz, de manera de dificultar la toma de fotografías, intuyo sagazmente que tendrá que ver con la tienda de recuerdos). Además del buque, también hay elementos tradicionales de la época y objetos extraídos del barco como los cañones originales, zapatos y demás vestimentas de los tripulantes.
Superado el mediodía fue hora de seguir recorriendo la ciudad. Una pasada por el frente del Skansen (el zoológico) y de Tivoli, el mismo parque de diversiones que se encontraba en Copenhague pero esta vez en su versión sueca. Si bien son tentadores, pasamos de largo, después de todo para ir a un zoológico bien podemos ir al de Buenos Aires. Con tres cruces sobre esta parte de Estocolmo, fue momento de explorar la isla principal: primero la fuente de Ostermalm, en el centro de ese exclusivo barrio de Estocolmo. Debiendo comprar un jabón, aproveché para entrar en un shopping de la zona y adquirir el necesitado producto. "¿Cuál querés?", me dijo la simpática vendedora. "El más barato", respondí yo, total era simplemente para bañarme. Cuando desembolsé setenta coronas para pagar un jabón pensé en lo bien que debe lavar y lo limpio que estará mi cuerpo tras cada baño.
De camino al hostel hubo tiempo de pasar por Stureplan, centro comercial de los sectores más adinerados de Suecia (¿hay alguno que no lo sea?), la Kungsträdgarden, plaza que se destaca por sus flores rosadas y su fuente rectangular, y la Iglesia de Jakobs, que estaba cerrada. Por último, desviándonos un poco del recorrido, también pasamos por el lujoso ayuntamiento, con vista al río incluída.
Setenta coronas un jabón. Si no les importa, voy a disfrutar mi baño.

2 comentarios:

  1. Y fuiste nomás... grosssssso!!!!

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    1. Por supuesto que no me lo iba a perder. A la vuelta da por descontado que nos vemos así conozco a la pequeñita. Y voy a tener que cambiar mi forma de escribir así no hago llorar a nadie más.
      Abrazo!!!!

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