domingo, 13 de mayo de 2012

Los culiaos de Londres

I close my eyes and think of home
Another city goes by in the night
Ain't it funny how it is
You never miss it 'til it's gone away
(Wasted years-Iron Maiden).

Con mis amigos cordobeses habíamos planificado que el día comenzaría con un saludable y entretenido recorrido  en bicicleta por el centro londinense. A las diez AM nos juntamos en el hostel de ellos (el mío apesta, para ser sinceros) listos para emprender una divertida excursión. Por supuesto que nada saldría como estaba pautado y, habiendo menos bicicletas de las requeridas, el tour ciclista debió posponerse para otro día. Mapa en mano marcamos nuestra primera cruz: vamos para un lugar llamado Notting Hill, un coqueto barrio que se popularizó porque Hugh Grant se levantó a Julia Roberts vendiendo libros. Además de caminar por el barrio, pudimos apreciar la zona de las embajadas y ver varios Porsche, Aston Martin y Ferrari. Sin duda alguna, viviríamos allí. El barrio nos sienta bien.
Tras el religioso almuerzo de cada mediodía, nuevamente vimos el mapa y el destino elegido fue speaker's corner, el rincón en donde cualquier ciudadano puede subirse a una tarima y decir absolutamente lo que piense sin ningún peligro a represalias, censura o arresto. Los oradores deben estar sí o sí subidos a una tarima dado que, según las leyes inglesas, si criticase a la Reina estando parado en suelo británico, estaría cometiendo un delito y podría ser arrestado. Grata sorpresa nos llevamos al ver a un pelado parado en una escalera criticando al establishment, la Reina, el capitalismo, Estados Unidos, Bush y cuanto nombre le viniera a la cabeza. "A qué no te animás a preguntarle qué opina de Malvinas", me desafía Rodrigo. A mi juego me llamaron. Para dejar bien parados a los porteños, con educación y cortesía me dirijo al pelado verborrágico para saber cuál era su parecer sobre el conflicto angloargentino. "Bueno, las Malvinas (en realidad las llamó Falklands) deberían ser argentina, pero como los habitantes de las islas votaron en un 90% que quieren ser ingleses, lo siento, eso no va a cambiar", fue el resumen de la respuesta con acento británico.
Por la tarde, casi finalizando el día hubo tiempo para recorrer la zona financiera de Londres y para que Joaquín casi fuera picoteado por un cisne. Sí, sé que se escucha insólito, pero así ocurrió. Ah, por supuesto que también hubo tiempo para ir a un bar, a tomar una pintas y coincidir en "qué rápido pasa el tiempo, culiao, llegué a Londres hace cinco días y en unas horas ya me tengo que ir".
En veintiseis años ha habido gente que se ha comportado muy bien conmigo y otra que no lo ha hecho de la misma manera. Pasar cuatro días con tres cordobeses (Agustín, Joaquín y Rodrigo) que no conocia y que me incorporen a su grupo y me hagan sentir parte del mismo, como si fuera uno más, los ubica sin lugar a dudas entre los primeros. Y por eso brindamos. Por esas extrañas e impensadas amistades que se forman tan lejos de casa. Por esas charlas inverosímiles que tienen lugar a tantos kilómetros de nuestro lugar de origen y en las que, esta noche, algo hemos creado. Nos vemos pronto en Londres, Madrid, Buenos Aires o Córdoba. Córdoba, por supuesto, allí nos vemos seguro.

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