miércoles, 9 de mayo de 2012

Oslo: lo que no se vio

Esta vez, por fin, la prisión te va a gustar,
el reo semental se va a licuar esta prisión
(Barbazul vs. el amor letal-Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota).

Caminábamos una noche de regreso a nuestro hotel hostelero luego de una abundante cena en un puestito de kebab. Veníamos charlando en la oscuridad de las trivialidades de siempre. Bueno, está bien, veníamos riéndonos de Sanka inventando chistes de dudoso gusto. Atravesando la placita por la que ya habíamos pasado por lo menos cuatro veces escuchamos un grito, luego otro y luego otro más. Levantámos nuestras cabezas casi de manera sincronizada y por primera vez prestamos atención al monstruoso edificio amarillo que teníamos a nuestra derecha.
-¡Man, es una cárcel!, exclamó Fabri apuntando con su índice al edificio.
Barrotes en las ventanas, alambre de púa, un estacionamiento al lado con decenas de móviles policiales, cámaras de seguridad en lo alto, una entrada absolutamente custodiada. Sí, no había dudas: paramos tres noches a cinco cuadras de la cárcel de la ciudad. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes? Claro, tal vez el hecho de que haya una placita con juegos para niños absolutamente pegada a la cárcel no nos haya hecho percatarnos.Tras un breve debate decidimos no ir a visitarla al día siguiente, era conveniente minimizar riesgos. Claro que nada nos iba a impedir tener la foto que justificara y que demostrara que, efectivamente, vivimos pegados al penal.
Por último, como buenos y estereotipados turistas, no pudimos escaparnos a la tentación de la foto estúpida y trillada en El Grito, de Munch (o al menos la versión que tenían a mano). Así que, les regalo a Fabri demostrando que puede representar al turista pelotudo así como marca el manual.



2 comentarios:

  1. ¿Reservaste ese hostel porque extrañás Devoto?

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  2. Ja! Y pensar que al lado de Devoto no hay una plaza para niños, sino la cancha de Lamadrid, y estuvimos allí!!!!!

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